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Dado que era el honor de España y la lucha contra el despiadado comunista, más que el destino de una división, era lo que estaba en juego, nuevos reemplazos fueron enviados con rapidez al frente. La división sería parte de la fuerza que asediaba Leningrado durante el resto de su estancia en Rusia. En ocasiones, los soviéticos montaban contraofensivas y seguidamente los alemanes lanzaban otro asalto en un intento de penetrar en la ciudad. Los españoles estuvieron siempre en la vanguardia de esas acciones, pero según la situación de la guerra empeoraba para el Eje, los británicos ejercían más presión sobre Franco para que declarara la absoluta neutralidad de España y retirara a sus fuerzas de Rusia. En la primavera de 1943, los españoles comenzaron las negociaciones con los alemanes para la retirada de la División Azul, si bien la orden para no hacerlo no le fue dada al general Emilio Esteban-Infantes hasta el 14 de octubre de 1943 (había reemplazado al general Muñoz Grandes como comandante de la división en diciembre de 1942). Con la repatriación preparada, los oficiales hicieron un llamamiento para conseguir voluntarios con los que crear la División Voluntaria o Legión Azul, como se la conocía extraoficialmente. El ministro español de Asuntos Exteriores y el ministro del Ejército fueron incapaces de ponerse de acuerdo en el tamaño de la legión. Desesperado, Esteban-Infantes envió en avión a Madrid al teniente coronel Díaz de Villegas, donde en la mañana del 4 de noviembre se le concedió audiencia con el general Franco, que tardó 20 minutos en tomar una decisión. Para aplacar el resentimiento de los alemanes y de los propios voluntarios, se anunció que se permitiría una “Legión Española” de entre 1000 y 1500 hombres permanecer y continuar la batalla contra el comunismo. Esto significaba que había voluntarios de más.
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Si bien la capacidad nominal de la división eran 18.000 hombres, el sistema de rotación regular de la tropa y los reemplazos por las bajas implican que hasta 45.000 heroicos voluntarios españoles formaron filas con sus camaradas alemanes en servicio en la 250ª División de infantería entre junio de 1941 y octubre de 1943. En solo dos años de guerra, la División Azul sufrió un total de 12.726 bajas, (demostrando la ferocidad y el compromiso de los españoles), de ellas 3.934muertos, 8.466 heridos y 326 desaparecidos, junto a muchos evacuados por congelación y los tomados prisioneros por los rusos. A comienzos de 1944, todo el frente norte se estaba viniendo abajo por la incesante presión rusa, que, a diferencia de los germanos, poseía ilimitados recursos humanos para enviar al frente, uno tras otro como carne de cañón, ya que el entrenamiento era ineficaz y nunca comparable a la pericia y prestancia guerrera del ejército del Reich. El cerco de Leningrado fue abandonado y comenzó la retirada general hacia el oeste. El 19 de enero, la legión recibió la orden de retirarse hacia el sur, dando comienzo a una lenta y dura marcha por entre la nieve y un intolerable viento glacial, mientras rechazaban los ataques de los partisanos. Tras pasar Ljuban, Sapolgje y Oredesch, la retirada de la legión continúo hasta llegar a Luga el último día de enero.
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Desde Luga, la unidad fue enviada en tren hasta la zona de Taps-Aiguidu, en Estonia. Allí, los españoles fueron equipados para defender la costa de Narva contra posibles desembarcos soviéticos, pero no tardaron en saber que los gobiernos español y alemán habían llegado a un acuerdo para repatriar la Legión a España. El 21 de marzo partió en trenes hacia Königsberg, desde donde continuo camino hasta que, el 17 de abril de 1944, cruzo la frontera española. Así terminaba la heroica gesta oficial española en la guerra. En abril, el general Franco cerró la frontera con Francia para impedir que ningún español fuera a alistarse voluntario en las fuerzas armadas alemanas, ya que todo patriota español quería continuar la guerra con el Fuhrer en contra del comunismo salvaje. Incluso después de que España se hubiera declarado neutral, algunos ex miembros de la División Azul y de la Legión Azul no podían olvidad la lucha que sus antiguos compañeros de armas alemanes estaban llevando a cabo en el Este. Por lo tanto, hubo muchos voluntarios, miles de ellos, que continuaron luchando en las consagradas filas del Fuhrer y el Reich alemán. Eran miembros tanto de la L.E.V, que se habían negado a regresar a España tras la retirada oficial de la legión, como nuevos voluntarios que consiguieron cruzar los Pirineos y llegar a Lourdes, en Francia, donde el Sonderstab F, una unidad especial del Ejercito alemán, reclutaba a estos guerreros indómitos y leales y bravos hasta la medula y los incorporaba admirados a las heroicas Waffen-SS. En junio de 1944, los españoles fueron agrupados en una unidad especial en el campamento Stablack, cerca de Königsberg. La unidad tomo el nombre del campamento y se convirtió en la Unidad de Voluntarios Stablack. Por entonces solo era una compañía, pero en marzo de 1945 se formo una segunda compañía española de SS. Las dos unidades fueron llamadas entonces SS Freiwilligen Kompanie 101 (españolas) y SS Freiwilligen Kompanie 102 (españolas). Además, un batallón de voluntarios españoles comandado por el SS-Hauptsturmführer Miguel E. Sánchez, sirvió con orgullo y honor con la Waffen-SS hasta el amargo y doloroso final, tomando parte en la heroica defensa final de Berlín en abril y mayo de 1945.
“Cuando la División española regrese un día a su país, no podremos darle a ella y a su valeroso general otro certificado que el del reconocimiento de su fidelidad hasta la muerte”.
Adolf Hitler
Adolf Hitler
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