martes, 13 de julio de 2010

-LA LETI-

La princesa Letizia vuelve a su vida de reportera



Los príncipes de Asturias en Sudáfrica (Efe) Sucedió en los Juegos Olímpicos de China. Y, ahora, en la final de la copa del mundo, ha vuelto a ocurrir. La princesa dejó de ser la mujer del heredero para convertirse en reportera dicharachera, ante el asombro de su suegra, la reina, de su marido y, por supuesto, de los medios de comunicación presentes.


Primero fueron sus manifestaciones explicando a un periodista como fue su encuentro con Máxima de Holanda, a la que le dijo algo así como: “¡Ay chica, qué nervios!”, una expresión que dejó al profesional más atónito que si se hubiera encontrado con Belén Esteban. Después, vino el comentario explicándole la situación emocional del momento, con una frase que se resumía en: “Las princesas estamos atacadas”. Un titular propio de un estreno de Almodóvar.


Doña Letizia terminó su reencuentro con su vida anterior afirmando que quería saludar a los futbolistas en el “vestidor”. Ahí en cambio volvió a ejercer de princesa y tuvo un lapsus, al confundir su cuarto/vestidor de cincuenta metros cuadrados en Casa de Asturias con el vestuario del estadio Soccer City.


Todo esto fue antes del gol de Iniesta y no estaba presente la reina. Después ya se arrancó y acompañó sus palabras con gestos y movimientos de manos típicos de los becarios -menos comedidos que los de los periodistas de informativos- y definió a la selección como “un equipazo”. Las imágenes hablan por sí mismas y dan una idea de cómo la princesa aún no ha olvidado la que hasta hace cinco años era su actividad fundamental.


Aunque a don Felipe se le nota que está más acostumbrado a ese gran despliegue gestual y verbal de su mujer, a la reina en cambio parece sorprenderle cada vez que coincide con su nuera. Esta vez ha llamado más la atención por el comedimiento de doña Sofía, que espera a que su hijo termine de hablar para dar ella su opinión. En ese intervalo se ve como la princesa pasa la mano por detrás de su suegra dando la sensación que la apremia para que empiece a hablar, como si su majestad fuera una invitada del programa de turno.


Una vez realizado el comentario real, Letizia se adueña de la situación y narra su experiencia con la misma vehemencia que cuando hacía sus directos desde la Zona Cero de Nueva York o la feria del pulpo en Galicia. La cara de doña Sofía bajando la vista para no dejar traslucir ningún sentimiento era como la de los jugadores de póquer. La del resto de testigos era de asombro, pasmo e incredulidad. Sólo faltaban las vuvuzelas para animar el directo y un aviso en la parte inferior de la imagen con el teléfono de la teletienda.

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