viernes, 11 de junio de 2010

-MONTEROS DE ESPINOSA-


Corría el año 1006 y Castilla se abría paso hacia el Duero, gobernaba por entonces Castilla el tercer Conde Soberano llamado Sancho García, el de los buenos fueros.

En esta época, igual que ahora, las relaciones con los moros eran inestables, y tan pronto se declaraba la guerra como se negociaba la paz.

El origen de los Monteros de Espinosa se fija según la tradición en la terrible leyenda de la Condesa traidora, narrada con toda crudeza en la Historia General de Castilla.

Y es que estando la Corte Castellana en San Esteban de Gormaz (Soria), y el Rey moro, Mahomad Almohadio, en Gormaz, de que estaba profundamente enamorada Doña Aba, madre de Sancho.

Entre ambos acordaron una conjura para envenenar a Don Sancho, y que de esta forma pudiera el moro hacerse con el territorio castellano sin dificultad alguna una vez muerto el Conde.

Consistía la trama en que Doña Aba daría a Don Sancho un refresco con veneno cuando volviese de una cacería, pero esta traición llegó a escucharla una dama cobijera (camarera o doncella de servicio), que se la contó a su marido, ambos naturales de la Villa burgalesa de Espinosa, este no perdió tiempo e informó a su Señor.

Tal como estaba dispuesto, Don Sancho fue de cacería y al volver su madre la esperaba con la bebida, pero este advertido del peligro no quiso tomarla, pero bajo la insistencia de su madre la invitó a beber a ella de su propia pócima y ante su negativa la obligó y la condesa cayó fulminada al instante.

Acto seguido se echó la paja al río como estaba previsto, esta era la señal para que el Rey Moro lanzara sus tropas contra los castellanos, que en ese momento estarían llorando la muerte del Conde. Pero los cristianos estaban preparados para la batalla, la cual ganaron gloriosamente.

Por este hecho tan importante para el Conde, para Castilla y para la Cristiandad, quiso recompensar a su súbdito Sancho Espinosa Peláez, que así se llamaba, haciéndole guarda de su persona junto con otros cuatro vecinos y familiares de la villa de Espinosa.

El primero y mayor de los privilegios concedidos a los Monteros es la honorífica misión de velar al Rey y otras personas de su familia, actividad que motiva la existencia del Cuerpo.

Otro privilegio importante es la exención de tributos, ya que en sus orígenes no cobraban sueldo, sino que eran mantenidos por el Rey, y de esta forma podían mantener dignamente a sus familias. Este privilegio fue confirmado por todos los Reyes de España desde la fundación del Cuerpo de Monteros.

Se les relevaba del servicio de las armas en atención al que desempeñaban junto al Rey, acompañando a su persona incluso en sus campañas guerreras.

Desde la fundación del Cuerpo, una de las características más peculiares ha sido la que sus miembros sean precisamente naturales y vecinos de la villa de Espinosa.

Esto es algo que les proporciona una personalidad especial, que junto con el hecho de ser una Guardia exclusivamente nocturna y ser sus componentes de familia hidalga, definen lo que pudiéramos denominar la ecuación general de este colectivo, y la diferencia de otras Guardias existentes en otros países.

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